En 1886, 1º de mayo, miles de trabajadores estadounidenses decidieron irse a huelga para presionar a sus empleadores a reconocer la recientemente establecida jornada de ocho horas de trabajo como máximo. Entonces, a diferencia de otras ciudades donde la medida fue exitosa, Chicago fue escenario de una violenta respuesta policial que decantó en enfrentamientos, con un saldo de decenas de heridos y varios muertos y además, eventualmente, los dirigentes sindicales fueron condenados a la horca por los sucesos de aquella fecha. Desde entonces, la demanda de la reducción del tiempo de trabajo por día obtuvo un renovado impulso en varios países donde también se reconocería.
El Día Internacional del Trabajador, más que una celebración por la conmemoración de aquel evento y sus logros, es una ratificación de la lucha por mejorar las condiciones laborales de todos los trabajadores que, en el caso de México, es protagonizada anualmente en marchas por un sinnúmero de asalariados que exigen el respeto a sus derechos. Tal es el caso de la marcha de 2014 en el Distrito Federal que partiendo desde distintos puntos en la urbe congregó en el Zócalo a diversas organizaciones sindicales y populares, con reivindicaciones laborales y también con demandas en contra de las reformas impulsadas por el gobierno de Enrique Peña Nieto, particularmente en detrimento de las educativa y energética.
[Fotografías del archivo de Políticas Media]
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