Núm. 122 (2022): Elecciones y movimientos sociales en América Latina
Los artículos incluidos en este número de la Revista Mexicana de Política Exterior (RMPE) apuntan a identificar las complejas relaciones entre movimientos sociales, partidos políticos, elecciones, ejercicio del Gobierno, desempeño de los legislativos y gobernabilidad democrática y los procesos de coevolución resultado de las combinaciones e influencias entre ellos. Particularmente, se analizan las relaciones entre movimientos sociales, partidos políticos, protestas y elecciones en Latinoamérica y se incluyen análisis puntuales de los procesos políticos registrados en Bolivia, Chile, Honduras y otros análisis sobre Brasil, Colombia, y la lucha chicanx en el ambiente partidario y electoral de Estados Unidos (de poblaciones con raíces latinoamericanas). Esperamos que su lectura ayude a comprender los procesos políticos en la región y su significado desde el punto de vista de la democracia.
Ver número completo
Presentación
Elecciones y movimientos sociales en América Latina
Paul Almeida y Jorge Cadena-Roa
En los últimos años se han registrado procesos políticos en América Latina en los que se observa la emergencia de movimientos sociales que buscan tener representación e influencia en los gobiernos de sus países, intentan que éstos sean responsivos a demandas sociales, quieren hacer efectiva la rendición de cuentas y cuestionan a los partidos políticos que les han dado la espalda.
Estos procesos han renovado la atención acerca de las complejas relaciones entre movimientos sociales, partidos políticos, elecciones, ejercicio del Gobierno, desempeño de los legislativos y gobernabilidad democrática. Las elecciones y protestas solían verse como excluyentes, con las vías institucionales de participación política a través de partidos y elecciones, por un lado, y la política contenciosa, las protestas y los movimientos socia- les que convocan a grandes números de personas en las calles con alguna exigencia apremiante, por el otro. Desde perspectivas conservadoras, las protestas eran vistas como amenazas a la democracia y la vía partidaria y electoral como la única forma legítima de participación política.
Sin embargo, esas perspectivas conservadoras han sido superadas. Resulta especialmente significativo que los movimientos sociales que hemos atestiguado en lo que va del siglo XXI en América Latina no cuestionan la democracia, sino que buscan actuar en el marco que ésta les permite. La tercera ola de democratización desde los finales de los 1970[1] y las políticas neoliberales crearon las condiciones para que los movimientos sociales trataran de influir en los procesos electorales.
Los movimientos sociales están compuestos por agrupaciones del demos que buscan hacerse escuchar e influir en las decisiones del Gobierno, del cratos. La mejor manera de entenderlas es como una forma de participación en asuntos públicos, como un medio para enriquecer la representación del demos, de manera que ésta no se reduzca a aquellos representantes que reciben autorización electoral, sino que incluyan también representantes sociales autorizados por medios no electorales.[2]
Los movimientos sociales del presente siglo en América Latina han cuestionado gobiernos, decisiones legislativas, políticas públicas y han transformado sistemas de partidos que habían funcionado con relativa estabilidad durante décadas. Por ejemplo, en Honduras, Paraguay y Uruguay los movimientos sociales, en alianza con partidos políticos, han transformado los esquemas bipartidistas vigentes por más de un siglo.
Estos fenómenos muestran la necesidad de pensar a los movimientos y a los partidos no de una manera excluyente, como si fueran el agua y el aceite de la política, sino a partir de sus relaciones y combinaciones cambiantes; algunos movimientos dan lugar a la formación de nuevos partidos o coaliciones electorales,[3] que, luego de ganar las elecciones, integraron los poderes ejecutivo y legislativo, trataron de sacar adelante la agenda que los llevó al triunfo, pero no por ello se disolvieron las organizaciones de los movimientos sociales que participaron en la coalición ni desaparecieron las protestas. Esas coaliciones gobernantes eventualmente pierden la siguiente elección y vuelven a la oposición.[4] En otras palabras, lo que hacen los movimientos tiene consecuencias sobre los partidos políticos, los gobiernos, las legislaturas, las protestas en las calles y los siguientes ciclos electorales.[5]
Del mismo modo, lo que hacen los partidos políticos tiene consecuencias sobre los movimientos sociales, los gobiernos, las legislaturas, las protestas en las calles y los siguientes ciclos electorales. Así sucesivamente, lo que hace una parte tiene consecuencias sobre las demás.[6] Por ello necesitamos conceptos más flexibles y dinámicos que describan cómo unos (los movimientos, por ejemplo) se transforman en otros (en partidos y poderes del Estado). Necesitamos conceptos que nos ayuden a comprender la manera en que las formas de participación y representación se combinan, se alternan, se influyen, se transforman recíprocamente[7] y, como resultado de esas combinaciones e influencias, coevolucionan.[8]
Los artículos incluidos en este número de la Revista Mexicana de Política Exterior (RMPE) apuntan a identificar esas relaciones y esos procesos de coevolución. Particularmente, se analizan las relaciones entre movimientos sociales, partidos políticos, protestas y elecciones en Latinoamérica y se incluyen análisis puntuales de los procesos políticos registrados en Bolivia, Chile, Honduras y otros análisis sobre Brasil, Colombia, y la lucha chicanx en el ambiente partidario y electoral de Estados Unidos (de poblaciones con raíces latinoamericanas). Esperamos que su lectura ayude a comprender los procesos políticos en la región y su significado desde el punto de vista de la democracia.
Sin embargo, la historia no es homogénea ni unidireccional en la región. Los procesos de enriquecimiento y ampliación de la representación y participación democráticas corren paralelos a regresiones en países donde lejos de integrar demandas sociales a las agendas de Gobierno, las desconocen y reprimen violando los derechos humanos de quienes protestan.
Las siguientes contribuciones son parte de una colaboración especial entre el Instituto Matías Romero y el Programa Alianza MX de la Universidad de California. Tales colaboraciones entre instituciones de educación superior en California y México profundizan los avances de las ciencias sociales a través de las fronteras para encontrar comunalidades y nuevos descubrimientos. En este caso, sobre las relaciones entre movimientos sociales, partidos políticos, protestas y elecciones.
[1] John Markoff, Waves of Democracy: Social Movements and Political Change, 2a. ed., Nueva York, Routledge. 2015.
[2] Jorge Cadena-Roa, “Representación”, en Prontuario de la democracia, 21 de abril de 2021, en https://prontuario-democracia.sociales.unam.mx/representacion/ (fecha de consulta: 20 de junio de 2022).
[3] Paul Almeida, Eugenio Sosa, Allen Cordero y Ricardo Argueta, “Protest Waves and Social Movement Fields: The Micro Foundations of Campaigning for Subaltern Political Parties”, en Social Problems, vol. 68, núm. 4, noviembre de 2021, pp. 831-851; P. Almeida y Amalia Pérez Martín, Collective Resistance to Neoliberalism, Cambridge, Cambridge University Press, en prensa.
[4] Kathleen Bruhn, Urban protest in Mexico and Brazil, Cambridge, Cambridge University Press, 2008.
[5] Jorge Cadena-Roa, “State Pacts, Elites, and Social Movements in Mexico’s Transition to Democracy”, en Jack A. Goldstone (ed.), States, Parties, and Social Movements, Cambridge, Cambridge University Press, 2003, pp. 107-144; J. A. Goldstone (ed.), op. cit.
[6] Sidney Tarrow, Movements and Parties: Critical Connections in American Political Development. Cambridge, Cambridge University Press. 2021.
[7] Jorge Cadena-Roa, “Presentación”, en Ernesto Castañeda y Cathy Lisa Schneider (eds.), Charles Tilly: sobre violencia colectiva, política contenciosa y cambio social. Antología selecta, México, Instituto de Investigaciones Sociales-UNAM, 2022, pp. 13-30.
[8] Pamela E. Oliver y Daniel J. Myers, “The Coevolution of Social Movements”, en Mobilization: An International Quarterly, vol. 8, núm. 1, febrero de 2003, pp. 1-24.
Deja un comentario