Participación social e incidencia pública en México

Participación social e incidencia pública en México

Jorge Cadena-Roa
Antonio Alejo Jaime
(Coordinadores)

 

INTRODUCCIÓN

Participación social e incidencia pública en México

Participación social e incidencia pública en México

Los Estados democráticos se caracterizan por contar con diseños institucionales capaces de integrar e incorporar las diferentes visiones y perspectivas de los grupos sociales que conforman al demos. En este sentido, al observar qué grupos sociales participan en los procesos de consulta para la toma de decisiones vinculantes, se reconoce qué aspiraciones sociales, políticas y culturales están representadas y cuáles no lo están. Desde esta perspectiva, resulta relevante analizar las relaciones e interacciones que se dan entre gobiernos y organizaciones ciudadanas para pensar y analizar las formas y los instrumentos mediante los cuales contribuyen a la democratización de los regímenes políticos en los que operan y dan cauce a las preferencias y aspiraciones de la ciudadanía (Cadena-Roa, 2015).

Este volumen conjunta varias preocupaciones e intereses en relación con la democracia, particularmente con la manera en que los gobiernos conocen las preferencias del soberano, del demos, así como de las agrupaciones que lo integran, los demoi (Bohman, 2007), y la manera en que dan contenido y jerarquía a la agenda pública, orientan la toma de decisiones y el ejercicio del presupuesto público. Entonces, aborda el tema de la incidencia de las actividades de las organizaciones de la sociedad civil (OSC) en el diseño e implementación de políticas públicas, tema que hace referencia a la eficacia del desempeño asociativo (REDA, 2012). En segundo lugar, se considera de manera transversal, aunque en ocasiones implícito, el papel de la sociedad civil en la transición, consolidación, profundización y extensión de la democracia, y en la mejora de su calidad. En tercer lugar, pero no de menor importancia, este volumen entiende a la democracia como un tipo de relaciones entre gobernantes y gobernados que no se reduce a la emisión periódica del voto, a la formación y funcionamiento de instancias de representación electas —como los parlamentos, entre otras—, sino que incluye también a las organizaciones e instituciones de representación, no solo política, sino también social, mediante las cuales se auto-representa y expresa la pluralidad social de manera organizada y permanente, independientemente de los ciclos electorales y de los partidos políticos. Pero, conjuntamente con la participación y la representación, se incluye también la manera como se delibera sobre los asuntos públicos, la motivación y justificación de propuestas de solución, y la operación de los mecanismos de control ciudadano y de rendición de cuentas que acotan el abuso del poder, el derroche de recursos públicos, la corrupción, así como diversas formas de intercambio político que usan el presupuesto público y, particularmente, el gasto social, para obtener la lealtad de clientelas políticas dispuestas a movilizarse cuando son convocadas (véase Cadena- Roa y López Leyva, en prensa).

Este libro analiza, entonces, algunas de las maneras cómo la sociedad civil ha impulsado la democratización en México y superado algunos de los obstáculos que al proceso han impuesto las enormes desigualdades del país, la exclusión, la discriminación y el abuso al que se encuentra sometida buena parte de los mexicanos. Junto a estas condiciones de desigualdad y exclusión multidimensional, la democracia mexicana sigue siendo sumamente insatisfactoria, tanto en términos políticos, es decir, en lo que respecta a la participación, representación, deliberación y funcionamiento de las instituciones que monitorean su funcionamiento (Keane, 2018), como en términos de la atención y solución de los graves problemas que azotan al país, desde los seculares —como la pobreza extrema y todo género de desigualdades—, a los más recientes —la violencia, el crimen organizado, las violaciones a los derechos humanos, la degradación ambiental. Tanto a nivel institucional, como en lo que respecta a la participación —más allá de lo electoral—, la representación —social y política— y la deliberación, se observan límites y posibilidades para cambios favorables a una mayor incidencia y control de actores de la sociedad civil sobre la toma de decisiones vinculantes. El establecimiento de relaciones democráticas, responsables y responsivas entre gobernantes y gobernados tiene en México un amplio margen de mejora.

La democratización es un proceso dinámico y contingente sin puntos definitivos de llegada, pero con posibilidades de retroceso. Su trayectoria depende de lo que consigan y logren preservar los agentes que impulsan la democratización, en comparación con lo que logran escamotear o revertir los agentes opuestos al avance de ese proceso. La relación entre gobierno y las OSC permite conocer la situación actual —en términos de calidad— y las perspectivas —en términos de avances o retrocesos— de las democracias realmente existentes (Tilly, 2007).

En las democracias, el ejercicio del poder público es autorizado por vías electorales por el demos, que además le da contenido y orientación, supervisa su ejercicio y lo controla. La participación de la ciudadanía en los asuntos públicos que le afectan debería ser una característica permanente de los regímenes democráticos, y esa participación debería ser impulsada desde la sociedad civil y facilitada por las instituciones del Estado.

El carácter democrático de un sistema político no consiste solo en el reconocimiento del pluralismo ideológico de la sociedad, sino en la existencia de mecanismos que permitan que esa pluralidad se exprese en condiciones de igualdad en la formación de la agenda pública y en la toma de decisiones. Una democracia no se agota en lo electoral, en la formación de la representación política, sino que incluye espacios para la deliberación sobre los asuntos y las decisiones públicas. Las deformaciones que la importancia de los partidos políticos y los sistemas electorales de mayoría introducen a la representación política se pueden corregir mediante el fortalecimiento de diversas formas de representación social, como las que se dan con las OSC, de organizaciones de vecinos, de gremios, de consumidores y muchas otras, que vinculen a diversos grupos de ciudadanos e identidades colectivas con la cosa pública. Lo anterior se basa en el principio democrático de que los ciudadanos, el demos, son el soberano en las democracias, y se espera que este cuente con mecanismos mediante los cuales se asegure que sus preferencias orientan las decisiones de las autoridades electas.

Este libro presenta un acercamiento interdisciplinario —desde la sociología, las relaciones internacionales, las ciencias de la comunicación, la ciencia política y la sociología política—, y combina esas perspectivas académicas con las de algunos practicantes con la intención de recoger sus conocimientos y experiencias adquiridos en las campañas que han emprendido para incidir en las decisiones del poder público. Creemos que este abordaje plural proporciona una perspectiva incluyente de las relaciones gobierno-sociedad civil en México que puede ser de interés para estudiantes, especialistas, practicantes y públicos extra-académicos. Esa pluralidad se expresa también en la variedad de enfoques teóricos, metodológicos y de registro de experiencias que se presentan a continuación.

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