Francisco Sierra, Salvador Leetoy, Tommaso Gravante
(coordinadores)
Introducción (fragmento)
A nuestro entender, del conocimiento concreto de las nuevas formas de construcción de la ciudadanía en los procesos de desarrollo a través de las nuevas tecnologías de la información, se infieren lógicas diferentes de construcción del espacio y la subjetividad política que han de ser repensadas y que, lamentablemente, la investigación poco o nada está contribuyendo a abordar, bien por los cercamientos y fracturas disciplinares, bien por la racionalidad eficiente y el dominio del paradigma informacional en el estudio de la mediación o, como en parte se observa, por la herencia colonial de un modo de producción del conocimiento positivo e individualista metodológicamente, en lo que Edgar Morin critica como pensamiento bárbaro y egocéntrico. Sostener esta cultura cartesiana en los modos de pensar y describir al actor-red es cuando menos incongruente y/o extemporáneo. La nueva configuración sociopolítica de la era digital exige, antes que cualquier otro principio o norma, asumir, con todas sus consecuencias, la complejidad de los flujos transversales de información y de conocimiento, que permean e impregnan todos los órdenes y dimensiones de la vida social y cotidiana de la población. Y esta cuestión no puede ser postergada sin consecuencias políticas en el Capitalismo Cognitivo.
La particular dialéctica de la revolución digital tiene lugar en un proceso en el que, ante la crisis de representación y gobernanza al calor de los procesos intensivos de transformación global del capitalismo, las autoridades locales, y en general la administración pública, apenas han explorado las potencialidades emancipatorias que permitirían reinventar la democracia formal y la representación a escala global en lo que el movimiento del 15M denomina Democracia 4.0, reeditando por el contrario la idea republicana y conservadora de Madison, justo cuando la democracia requiere más innovación, una nueva ciencia basada en la participación creativa, basada como pensara Castoriadis en la autonomía social, sin la mediación instrumental y limitada de la comunicación como dominio que restringe, de acuerdo al paradigma de la representación, las formas de acceso y control social de dicha mediación.
En el contenido y tensión de la que es portadora esta paradoja podemos situar la crítica a las deficiencias del modelo representacional observadas durante nuestro trabajo de campo, ante la intensificación a escala geométrica de los procesos de globalización y sus efectos colaterales en el plano local, entre ellos la susodicha desconexión de los ciudadanos, la falta de compromiso cívico o la negación directa a participar de los tradicionales modelos de mediación, claramente inadecuados en la cultura y formas interactivas de la era digital.
La prevalencia del modelo o paradigma informacional de gestión y organización de la comunicación pública moderna, y la propia concepción científica de la Comunicología, está siendo, no obstante, impugnada en la realidad por prácticas sociales y actividades de interacción política lábiles, fluidas, empodera- das, por dinámicas de construcción y cooperación social como, por ejemplo, la conectividad y el activismo de los nuevos movimientos sociales, que cada vez más utilizan las herramientas telemáticas como recursos de información y organización interna. La propia conexión entre asociaciones civiles y grupos específicos de población liderada por el denominado Tercer Sector o nuevas formas orgánicas de activismo social como Democracia Real Ya comienza incluso a pensar una economía social de la comunicación, mientras traza nodos y macroredes articuladas a escala internacional, o experimenta nuevas modalidades de intervención sociopolítica en el ciberespacio. Como hace más de dos décadas advirtiera Pierre Lévy, los media interactivos, las comunidades virtuales desterritorializadas y el auge de la libertad de expresión que permite Internet inauguran un novedoso espacio de comunicación, inclusivo, transparente y universal, llamado a renovar profundamente los diversos aspectos de la vida pública en el sentido de un mayor incremento de la libertad y la responsabilidad de los ciudadanos que hemos de tratar de pensar juntos.
El desarrollo social de las TIC y las categorías y protocolos de análisis en esta materia deben, por consiguiente, ajustarse a los procesos de apropiación social por la comunidad, a las necesidades radicales de expresión y desarrollo cultural de los sujetos, así como a los retos económicos-políticos de interés y dominio público, pensando la participación y las posibilidades abiertas por los nuevos medios digitales como un proceso de construcción colectiva del desarrollo y el conocimiento, basado en la cooperación, la organización de redes cívicas y el diseño de los planes de cambio social a partir de la creatividad individual y colectiva de los actores locales. Las mutaciones que introduce la «galaxia Internet» en la nueva morfología social se manifiestan con especial intensidad en las perturbaciones e irrupciones de la actividad social que afectan sobremanera a la cultura de información y al proceso general de reflexividad social. Transformaciones reticulares y centrífugas de la nueva ecología cultural que hoy permiten sobremanera al sujeto de la posmodernidad permear la realidad misma, personalizar el mundo, apropiarse con la imaginación mundos posibles y reales de interacción, y proyectar nuevas lógicas de participación y desarrollo local, constituyen por lo mismo la base necesaria para pensar la ciudadanía y el conocimiento del mundo que habitamos.
El libro se estructura a partir de dos ejes conceptuales principales:
- Propuestas teóricas y analíticas para el estudio de la Ciudadanía Digital manifestada a través de prácticas de Democracia Participativa.
- Estudios de caso que abarcan desde la apropiación y transformación de las tecnologías digitales por parte de comunidades indígenas; pasando por las prácticas de ingeniería social comunicativa como Comunitlán (Puebla, México); hasta los usos tecnopolíticos que entran en juego en la arena de la disputa política a lo largo de la región, desde Bolivia a México o Venezuela.
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