Los sucesos que envolvieron la cuarta jornada de Acción Global por Ayotzinapa el 20 de noviembre de 2014 se presentaron como una tormenta perfecta, desastrosa para el gobierno federal. Había transcurrido poco más de una semana desde que el titular de la PGR, José Murillo Karam, presentara la versión oficial de los hechos, que respaldó los rumores del terrorífico calcinamiento de los 43 normalistas. La versión, sin embargo, careció del respaldo de pruebas de ADN que confirmaran que se trataba en efecto de los estudiantes desaparecidos. Los familiares de las víctimas la rechazaron, indignados porque la versión daba casi por concluida la investigación. El gobierno, al parecer, se había cansado de buscar. Pero el “ya me cansé” de Murillo no correspondió con el “vivos los queremos”, intensificado aún más con la revelación de que la casa del presidente Enrique Peña Nieto en Las Lomas a nombre de su esposa Angélica Rivera, fue comprada a un contratista con amplia participación en concesiones del gobierno desde que Peña era gobernador del estado de México, exponiendo un posible desvío de recursos públicos.
La denuncia de la responsabilidad del gobierno en la vida delictiva del país, abierta explosivamente con el movimiento por Ayotzinapa, puso otra vez el foco en las actividades del presidente Peña; en la marcha del 20 se pidió su renuncia y una efigie de él se quemó como si fuera Judas. Los estudiantes, la fuerza principal de las movilizaciones, se fueron a paro en 114 universidades, tanto públicas como privadas, para participar en la Acción Global. En varios estados del país y en distintas naciones del mundo hubo marchas en apoyo de los normalistas. La multitudinaria marcha, de las más grandes registradas desde septiembre, partió desde Tlatelolco, el Monumento a la Revolución y el Ángel de la Independencia, de estos dos últimos puntos partieron también familiares de los desaparecidos. Los manifestantes confluyeron en el Zócalo, donde los familiares dieron un breve mitin y portaron gigantescas fotografías de los desaparecidos. Poco antes de las 22:00 horas, cuando todavía muchas personas ingresaban al Zócalo, un grupo de supuestos anarquistas, que estuvieron forcejeando y disparando proyectiles contra uniformados a las puertas de Palacio Nacional, finalmente recibieron la respuesta, antes bastante permisiva, de las autoridades. Concentrados en distintos puntos que rodearon la plancha capitalina, los policías avanzaron sobre los manifestantes hasta desalojarla por completo, sin importar los reclamos de “no más violencia” de la mayoría de protestantes pacíficos. Una mancha de violencia pretendió entonces nublar a todo el movimiento.
[ + Más fotografías de Jesús Gómez Abarca en el blog Voces Urbanas ] [ Con información de La Jornada y Nexos ]
Hola, una pregunta: ¿Qué posibilidades tengo de acceder a su archivo fotográfico sobre imágenes de graffitis y esténciles de Ayotzinapa?
Hola Henry. Puedes tomar las que necesites del archivo fotográfico, siempre y cuando menciones al autor.
Gracias por tu interés.