A 39 días de la desaparición de los 43 estudiantes normalistas, la tercera jornada global por Ayotzinapa volvió a concentrar a una cantidad de gente inusitada –algunos organizadores calcularon 120 mil asistentes a la marcha– pese a los intentos del gobierno federal por mostrar signos de avances en la investigación. En la madrugada del mismo 5 de noviembre, un escandaloso operativo dio con la aprehensión de José Luis Abarca, ex-alcalde de Iguala, así como de su esposa, los presuntos autores intelectuales de las desapariciones.
Las aprehensiones distaron de satisfacer a la sociedad y menos aún a los familiares de las víctimas, algunos de los cuales estuvieron presentes a la cabeza de la marcha, que partió desde Chapultepec. En el mitin que ofrecieron en el Zócalo, los familiares revelaron que la investigación había atado todos los cabos, según la PGR, y la aprehensión de Abarca era la coronación de los dilatados esfuerzos de la policía por resolver las desapariciones. Sus hijos jamás regresarían, pues todos habían sido asesinados. Los familiares se negaron a darlo por sentado y culparon al presidente Enrique Peña Nieto, quien había tenido reuniones privadas con ellos, de la negligencia y falta de justicia en torno al caso.
A la marcha le coincidieron muchas otras en varios de los estados de la República mexicana. Varias universidades, incluyendo algunas que no lo hacían desde hace mucho tiempo como el Colegio de México, pararon labores en apoyo de los normalistas. Y el 5 de noviembre, según canta el verso inglés, había que recordarlo. Fue el mismo día en el que se recuerda a la violenta conspiración contra la corona inglesa de Guy Fawkes, el célebre personaje enmascarado de la película V de Venganza. Algunos parecieron tomar demasiado en serio la coincidencia al quemar una de la estaciones del Metrobús al sur de la ciudad en la noche de ese día.
[ + Más fotografías de Jesús Gómez Abarca en el blog Voces Urbanas ] [ Con información de La Jornada ]
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